- 14 noviembre, 2024
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La caída del “santuario”
Calumniando
La real academia de la lengua española define como santuario, a aquel lugar sagrado en donde se venera una reliquia o a un santo.
Pero este calificativo, también se utiliza de manera figurativa pare referirse a un lugar en donde una persona se siente segura o tranquila.
Mexicali, la capital de Baja California, era calificada como un “santuario” para organizaciones criminales y sus operadores.
Esto estuvo más marcado en la década de los finales de lo ochenta y durante los noventas.
Capos, lugartenientes y operadores de los carteles de la droga, realizaban sus actividades y tenían presencia en la comunidad, sin muchas preocupaciones.
Se les podía ver en bautizos, bodas y cumpleaños, tanto en la ciudad, como en el Valle. O en los mejores restaurantes de la capital.
En ese tiempo los narcocorridos no eran un género musical popular; por lo que la presencia de los operadores de los cárteles era de más bajo perfil.
Tal fenómeno se vivió durante la etapa del priísmo y el panismo; ahora con Morena en el sistema gubernamental la manera es diferente, pero se presenta el mismo fenómeno.
El acuerdo entre criminales era que Mexicali, era un “santuario” en donde podían descansar con sus familias o pasar un rato de ocio.
La ciudad de los cachanillas era una tierra de paz, en donde no estaba permitida violencia, los homicidios o los secuestros.
En la capital, pudieron verse y tuvieron presencia, desde el hoy detenido Ismael “El Mayo” Zambada, Joaquín “El Chapo” Guzmán, Chavo Félix, Gonzalo Inzuna Inzunza, alias “El Macho Prieto”, sin dejar de mencionar a los hermanos Arellano Félix, que eran custodiados por agentes de la extinta Policía Judicial Federal, cuando visitaban la capital.
La injerencia de los carteles llego a tal, que un grupo criminal participó en el rescate de un empresario oriental secuestrado; situación que la autoridad nunca lo reconocerá oficialmente.
Actualmente, la situación de violencia e inseguridad que vive capital de Baja California, es totalmente diferente.
Los homicidios o actividades relacionadas con la delincuencia cada día van en crecimiento.
Esta problemática no es de hoy, es un fenómeno que nunca se ha atendido a fondo, por los intereses o dinero que está involucrado, y actualmente vivimos las consecuencias.
Los bajacalifornianos hemos pasado desde la “colombianización” del Estado, al “no vendían piñas”, “se están matando entre ellos” y el muy conocido “abrazos, no balazos”.
La guerra existente entre las dos principales facciones del cartel de Sinaloa, está dejando una estela de muerte y violencia en la ciudad y el Valle.
El enfrentamiento entre los grupos criminales de “Los Chapitos” y la facción de “Los Mayos”, está dejando una alta incidencia de homicidios en la “ciudad del sol”.
Esto sin dejar de mencionar la posible incursión de operadores del Cartel Jalisco Nueva Generación (CJNG), en la zona rural de la capital, lo que podría incrementar la violencia.
Para los políticos, la violencia que vive en la capital, es un reflejo de los que está ocurrido en Culiacán, Sinaloa; en otras palabras, si a Culiacán le da un resfriado, a Mexicali le da tos.
¿Quién podrá frenar esto?, ¿Existe voluntad política para hacerlo?, o será que ningún orden del Gobierno puede controlar este fenómeno delictivo.
Especialistas en el tema de narcotráfico y delincuencia organizada, aseguran que para que estas actividades se puedan realizar en un Estado, es inminente la complicidad de los gobernantes o sus operadores, de no ser así, la delincuencia organizada no podría subsistir.
¿De qué lado de la guerra entre carteles quedará el Gobierno de Baja California?, esto no lo podremos saber hasta que haya un ganador.
Mexicali, se ha convertido en un “santuario caído”
En ocho palabras: Empieza la carrera para la sucesión de Gubernatura.